De Eguiluz fue acusada y juzgada por brujería tres veces por separado. Estos juicios tuvieron lugar entre 1623 y 1636.
La primera vez que acusaron a Paula por brujería fue alrededor de 1624. Sus vecinos cubanos provocaron este primer arresto con sus impactantes acusaciones contra ella, que incluyeron: matar a un recién nacido chupando su ombligo, saltar por una ventana para evitar un golpe de su amo, sin sufrir heridas; practicando magia erótica; y de tener un pacto con el diablo como miembro de una reunión de brujas. Mostrando su orgullo y su sentido personal de honor, Paula explicó estas graves acusaciones como resultado de los celos de "las personas que la odiaban porque su amo la amaba y la veían bien vestida". Paula se jactó con precisión en términos de su vestuario, aquel que los funcionarios del Santo Oficio cubano inventariaron como nueve faldas, siete vestidos, seis camisas y cuatro pañuelos de cabeza. Toda su ropa era nueva y cara, mucho más allá de expectativas para una mujer esclavizada. Poseía (y presumiblemente usaba, a pesar del clima tropical) faldas de lana gruesa ricamente teñidas en azul, escarlata, verde oscuro y oro oscuro. También tenía faldas de damasco, teñidas de azul o amarillo, decoradas en plata. Sus corpiños eran igualmente lujosos, en combinaciones brillantes que incluyen azul con trenza dorada, verde y escarlata con botones plateados, y blanco y amarillo con trenza plateada.